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Algún tiempo atrás, cuando tuve que irme y vivir en un hotel o tomar un taxi, los trataba a todos con amabilidad y con respeto, y a ellos realmente les encantaba. Entonces, me adoraban. El taxista, cada vez que me sacaba del hotel para ir a algún restaurante a comprar algo de comida, siempre le compraba también una ración. Decía:” Sé que tu esposa ya te preparó algo, pero puedes tener esto extra después. Como trabajas hasta tarde en la noche. Quizás te sentirás hambriento antes que vayas a casa. O, sino, puedes llevarlo a casa y comer con tu esposa”.